El ministerio de Sanidad de España recomendó hace dos semanas a niños y embarazadas que no consuman atún ni pez espada por la presencia de mercurio
en estos pescados. “Esa recomendación llega 20 años tarde”, se queja Nicolás Olea (Granada, 1954). El catedrático de la Facultad de Medicina de Granada lleva dos décadas estudiando el impacto de los denominados disruptores endocrinos -aquellas sustancias químicas que alteran el equilibro hormonal- en la población.
Uno de ellos es el mercurio, pero hay muchos más, presentes en objetos de consumo cotidiano. “Hemos detectado que muchos niños con déficit de atención o hiperactividad han tenido más exposición al mercurio durante el embarazo”, advierte. Ahora, el científico acaba de publicar Libérate de tóxicos (RBA), donde exige más regulación para estas sustancias.
Los pesticidas y herbicidas usados en agricultura, los plásticos del envase alimentario, el papel y cartón reciclado, cosméticos, productos de higiene...
Por ejemplo, los tickets de caja térmicos, aquellos que no tienen tinta ni cinta, están hechos de bisfenol A, que es un disruptor endocrino. Si lo tocas con las manos húmedas y luego comes, se produce una exposición oral y dérmica. Hay muchas mujeres jóvenes trabajando de cajeras, y este tóxico puede afectar a la fertilidad. Además, esos tiques se reciclan, de manera que contaminan todo el papel y el cartón reciclado.
La Unión Europea los va a prohibir en enero. Pero en Francia se hizo en 2013. El bisfenol A se encuentra también en plásticos como el policarbonato, usado en envases de zumos, leche y agua, en utensilios para comer y hasta en biberones.
Los ftalatos, que son ablandadores de plásticos, y que en cosmética son los que retienen el aroma y hacen que el perfume dure más. Se prohibieron las tetinas, mordedores y chupetes de este material para niños, pero se mantienen en muchos productos de cosmética.
Afectan sobre todo a las mujeres, hay relación con más casos de cáncer de mama, endometriosis e infertilidad. En los niños causan déficit de atención e hiperactividad. Cualquier sistema hormonal se puede ver dañado por estos contaminantes ambientales, que causan problemas de tiroides, diabetes u obesidad.
Cualquier alimento que esté envasado en plástico es susceptible de estar contaminado por este material: botellas de agua, envases alimentarios… La lucha por reducir los plásticos no solo es por el impacto ambiental sino por la transferencia del plástico al envase.
Cuando bebes café de la máquina estás bebiendo también polietileno del vaso. Los cosméticos tienen ftalatos y parabenos, que son conservantes y se encuentran, por ejemplo, en el gel. Las cremas solares también son disruptores endocrinos: lo que hay que hacer es no tomar el sol de doce de la mañana a cinco de la tarde.
Mientras, los aditivos antifuego contienen polibromados, presentes en los textiles y la electrónica, que afectan a la tiroides; ahora se están empezando a regular en la Unión Europea.
Los perfluorados, presentes en el recubrimiento antiadherente de las sartenes y los aislantes en la ropa deportiva, así como en el papel resistente a la grasa que te dan en la carnicería o la pescadería. Los perfluorados producen obesidad en el cuerpo de los niños. La exposición ya ha ocurrido de forma inadvertida, sin tener en cuenta que tiene un efecto biológico. Y dar marcha atrás es muy difícil.
Una de las cosas que se han visto con los niños es el alto nivel de mercurio. Peces como atún o pez espada, emperador, tiburón, marrajo, cazón, pintarroja... tienen muchísimo mercurio. Se han visto que muchos niños con déficit de atención o hiperactividad han tenido más exposición al mercurio durante el embarazo.
Hasta el año pasado en Valencia se ha recomendado a las embarazadas comer emperador dos veces en semana. El Mediterráneo está contaminado de plásticos y metales, y esto pasa sobre todo a los peces más grandes y más longevos. Ahora van a hacer 400.000 carteles para ponerlos en los centros educativos y avisar de que no conviene comer estos pescados.
Porque los cambios son muy lentos. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) desaconsejó la pasada semana el consumo de pescados grandes para embarazadas y niños menores de 10 años, porque los niveles de mercurio que tiene el pescado son elevados. Pero hay estudios que ya lo demostraban hace 20 años.
La Unión Europea ha presionado a España para lograrlo. Los niños están orinando más mercurio del recomendado, y en México pasará mucho más tiempo si el Gobierno de México no se actualiza en materia de Salud Humana, tenemos un retraso significativo en materia de Salud Pública.
Sí. Las fases de mayor susceptibilidad son embrión, feto y primera infancia, cuando los sistemas hormonales son más frágiles y se están formando. En los primeros mil días de una persona (de la gestación al segundo año de vida) se decide todo lo que va a pasar con el adulto: tendencia a la obesidad, problemas tiroideos, infertilidad…
Por eso sobre todo en esta fase hay que cuidar la nutrición, la prevención de la violencia, los estímulos positivos y la contaminación ambiental.
Deberían informarse sobre lo que comen y consumen. Si esperamos que los legisladores actúen sobre el mercurio o los tickets de caja, pasan años.
Hay que actuar con cautela y de forma preventiva ante la incertidumbre. Cuando no hay pruebas suficientes de que algo es bueno, mejor ser cauteloso, porque si esperas a tener la evidencia pasados unos años el daño será irreversible. Hay que anticiparse a los riesgos. Tardar tanto en decidir que el pescado con mercurio es malo me parece un delito.
Esa decisión llega 20 años tarde. La evidencia que había entonces es la misma que hay ahora. ¿Y ahora qué haces con este tipo de pescado? ¿Solo se permite a adultos bajo su responsabilidad?
La mayoría de niños mexicanos orinan plástico, que viene del consumo alimentario. Principalmente, bisfenol A. ¿Cuándo se va a prohibir? ¿En 10 años? Cuando lo publicamos nos dijeron que los niveles eran bajos. No admitimos que nos digan que es normal orinar plástico.
Su salud se ve amenazada por todas las direcciones. Estamos rodeados de toxinas ambientales, alimentos ultraprocesados, campos electromagnéticos, organismos transgénicos (OGM) subsidiados por el gobierno y una variedad de otros peligros. Es simplemente imposible protegerse a menos que cuente con información saludable de vanguardia.